La dermatitis atópica, conocida también como eccema atópico, es una enfermedad de la piel de carácter crónico que se manifiesta en forma de brotes. Esta enfermedad sigue un ciclo que comienza con sequedad en la piel, a lo que sigue picor, que hace que la persona se rasque y se produzca irritación e inflamación, lo que puede llevar a la formación de heridas y riesgo de posible sobreinfección.
La dermatitis atópica se da tanto en bebés y niños como en adultos y es cada vez más frecuente en las zonas industrializadas. Puede aparecer en la cara y el cuero cabelludo y en distintas partes del cuerpo, como los codos, las rodillas, el cuello o las manos.
Si padeces dermatitis atópica pero cuidas adecuadamente tu piel, los brotes aparecen de manera menos intensa y frecuente. Estos son algunos consejos para tratar la piel:
1. Higiene
Procura darte duchas cortas con agua templada. Un exceso de contacto con el agua, así como demasiado calor, es perjudicial para la piel atópica. Es importante emplear geles para pieles atópicas, sin jabón. También es conveniente utilizar un champú suave. A la hora de secarse debes hacerlo con suavidad, a pequeños golpecitos, ya que un roce excesivo puede reactivar el eccema.
2. Hidratación
Hidratar la piel diariamente es fundamental, ya que ayuda a protegerla y disminuye el picor y la irritación. Un buen momento para aplicar la crema hidratante es justo después de la ducha, cuando la piel está aún mojada. De esta forma se retiene la humedad.
3. Uñas
Se recomienda en la medida de los posible no rascarse, pero como medida de prevención para evitar hacerse heridas es importante mantener las uñas cortas.
4. Vestimenta
Es aconsejable evitar los tejidos sintéticos y la lana, que producen picor, y optar por el algodón. Conviene también no abrigarse demasiado, pues el sudor favorece los picores. A la hora de lavar la ropa es mejor emplear detergentes suaves.
5. La casa
En invierno debe usarse la calefacción con moderación. Es beneficioso airear la casa a menudo en cualquier época y evitar el contacto con alergénos potenciales, como pueden ser los ácaros del polvo, determinados alimentos o los animales.